¿Qué remedios ayudan a dejar de roncar?

Mediante nuestros propios hçbitos podemos evitar en cierta medida los ronquidos.

El alcohol y la ingesta de somníferos y tranquilizantes intensifica adicionalmente la relajación de la lengua y de la campanilla, lo cual propicia la aparición de los ronquidos.

Los siguientes consejos ayudan a menudo a evitar los ronquidos primarios:

– Intente perder peso, en caso de que padezca de sobrepeso o de exceso de tejido adiposo.

De este modo, se reducirç también la cantidad de grasa en la garganta y en la faringe.


– No beba alcohol en las dos horas previas a irse a dormir y prescinda, si es posible, de somníferos, tranquilizantes y antihistamínicos (medicamentos para la alergia).


– No cene demasiado tarde, ya que esto repercute en la calidad del sueño y en los ronquidos.


– Intente no dormir boca arriba. Para desacostumbrase a dormir boca arriba puede coser una pelota de tenis al dorso de la parte de arriba de su pijama.


– Aprenda a tocar un instrumento de viento. De esta manera, se fortalece la musculatura (el didgeridoo australiano es especialmente adecuado).

Los apnéicos del sueño deberían evitar el consumo de alcohol a horas tardías y en caso de padecer sobrepeso, deberían intentar adelgazar.

Dormir en posición lateral favorece la respiración constante.

Si padece apnea del sueño, consulte con un médico en cualquier caso o vaya a un centro del sueño.

Los ronquidos

Cada vez concedemos mçs importancia a los ronquidos y somos más conscientes de lo que supone este problema.

No es solo que los ronquidos pueden ser desesperantes para quien ronca y para su pareja; en la mayoría de los casos se trata de una enfermedad y puede provocar otros problemas de salud.

Uno de cada dos hombres mayores de 40 años y una de cada siete u ocho mujeres de ese grupo de edad roncan.

Los hombres roncan más fuerte y más a menudo y sufren apnea del sueño con más frecuencia que las mujeres.

A partir de los 65 años ambos sexos roncan con la misma fuerza y frecuencia.

Los ronquidos son producidos por turbulencias provocadas por el aire al pasar por los estrechamientos de la nariz y la faringe mientras se duerme.

Cuanto más joven es la persona que ronca, más frecuente suele ser que la causa sean problemas anatómicos (nariz, amígdalas).

En aproximadamente el 20 % de los casos la causa suele ser una obstaculización de la respiración a través de la nariz.

En estos casos se suele optar por la intervención de un otorrinolaringólogo. La congestión se produce en la nariz por estrechamientos anatómicos (curvatura de la napia o hipertrofia de las fosas nasales) o bien, y esto ocurre con frecuencia, por inflamaciones producidas por alergias o infecciones.

En la faringe se producen estrechamientos «funcionales» cuando cede la tensión de músculos normalmente tensos (tónicos).

En la mayoría de los casos la causa principal es el músculo de la base de la lengua, muy grueso, que, debido a la fuerza de la gravedad, cuando se está tumbado (especialmente boca arriba) y por la relajación que se produce durante el sueño, desciende demasiado y se reduce o incluso se cierra completamente la vía superior del aire.

Durante el día los músculos de la faringe suelen tener la suficiente tensión, por lo que el aire que va a los pulmones pasa perfectamente por la faringe al respirar.

Sin embargo, mientras dormimos casi todos nuestros músculos se relajan en mayor o menor medida, lo que hace que en la faringe se produzca un «colapso funcional» de los músculos.

Una vez producido este «colapso», cuando se respira, el aire tiene que pasar por conductos estrechados, lo que hace que se produzca una pequeña turbulencia que hace vibrar el velo del paladar y la campanilla: se ronca.